lunes, diciembre 15, 2008

Paréntesis en el trabajo


El arquitecto estaba sobre su mesa diseñando una ventana de su último proyecto cuando recibió un sms. Un saludo del pasado lejano rompía la calma de su estudio. Quizás se llamaban un par de veces al año, y a veces la recordaba y se preguntaba qué estaría haciendo en ese momento... Siempre lo hacía con cariño, pero hoy, quizás porque hacía frío, quizás porque los hados así lo quisieron, el mensaje despertó la ternura en su corazón dormido. Y una sonrisa se instaló bajo sus ojos teñidos de ensoñación...


Y recordó cómo la conoció, hacía ya tantos años. Y las charlas que compartieron. Y aquéllos paseos nocturnos. Y sus pantalones a cuadros negros y verdes. Y su sonrisa socarrona. Y el tacto gentil y sedoso de su pelo. Y los labios que en secreto siempre deseó. Y las fotos que no hizo su cámara sino su corazón. Y el perfil de su alma, que atisbó a través de un poema. Y las miradas cómplices entre tanta gente. Y su perfume, que le recordaba al de un antiguo amor. Y la canción que siempre la traía a su mente si sonaba de cuando en cuando en la radio. Y sus manos entrelazadas al pasear por las calles de la ciudad. Y el rayo del sol jugando entre su cabello aquélla tarde de invierno en la plaza más turística de la ciudad...


Y rememoró el milagro de ver el amanecer atrapado, a la orilla del río, en sus ojos...


El arquitecto enterró el suspiro por lo que pudo haber sido y no fue. Se concentró en su trabajo, y siguió con la realidad cotidiana de su vida monótona y gris. Afuera, seguían cayendo los copos de nieve.

1 comentario:

Rosa dijo...
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